Una realidad que sacude al mundo.

El mundo se ha visto nuevamente conmocionado desde hace meses. La idea de una guerra siempre ha estado presente y aun así la veíamos como posibilidades remotas. Pero una vez más los hechos han mostrado lo equivocados que hemos estado. El 24 de febrero de este año el presidente ruso Vladimir Putin anuncio al mundo una “operación militar especial” que apuntaba a la invasión forzosa de territorio ucraniano, y así dio inicio a uno de los episodios con más incertidumbre, sufrimiento y muerte de los últimos tiempos. Europa aún no se ha recuperado de la crisis humanitaria en la que se ha visto sumida como consecuencia del Covid-19, y nuevamente se enfrenta a una crisis a gran escala, en la que se han perdido millones de vidas, se han perdido innumerables bienes materiales, y se han desplazado millones de personas perdiendo sus hogares y medios de subsistencia.
Pero no solo el continente europeo sufre las consecuencias del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, existen también numerosas implicaciones económicas y sociales que se han extendido a todos los países del mundo, podemos tomar como ejemplo la inflación que se ha hecho presente en todas las regiones y que actualmente está publicado todos los renglones sociales, siendo los más afectados los grupos más vulnerables.
Tal vez muchas personas piensen que la guerra está alejada de nuestra realidad, que no nos acerque directamente y no debemos sufrir ningún tipo de consecuencia ya que el epicentro de este conflicto se encuentra en países europeos, pero una de las lecciones que nos dejó la pandemia del Covid-19 es que ante la adversidad debemos fortalecer nuestros lazos como sociedad, no olvidemos que existen igualmente posibilidades de que nuestro país se enfrente en algún momento a invasiones militares a gran escala y este es el momento de preguntarnos, ¿Estamos preparados para enfrentarnos socialmente ante una guerra como la de Rusia y Ucrania?
